On Parole

Bienvenidos al mundo de una cuerda loca :)

jueves, 30 de diciembre de 2010

Vampiros

Me llamo Suky, y tengo…puuf, no me acostumbro a decir la edad que tengo, pero, por ser vosotros, os la diré, tengo más de mil años, ¿cómo es eso posible? Hace mil años, más o menos, un vampiro me mordió, por aquel entonces tenía 24 años y dependía del que era mi marido para todo, estaba harta de mi vida, por lo que estaba pensando en quitármela cuando apareció él. Le conocí en uno de mis largos paseos por el cementerio al anochecer y enseguida descubrí su secreto aunque, la verdad, cualquier persona un poco inteligente lo habría podido averiguar. Era todo un galán nacido en el antiguo Egipto, según él, aunque yo tengo entendido que era falso y que fue creado unos cien años antes que yo, aunque sus conocimientos sobre el mundo eran sorprendentes, a él le tengo que agradecer mi afición a los clásicos grecolatinos.

Retomemos mi historia…le conocí en el momento de mi vida en el que yo no tenía ganas de nada, más que de morir. Él vio mis intenciones e intentó convencerme de que morir no era algo bueno, pero claro, él había vuelto a nacer, aunque me conto que la vida de un vampiro es la de un solitario, ¡Qué razón tenía! “Volveré” me dijo, más de quinientos años han pasado desde ese día y sigo llorando cada amanecer al ver que no está….pero claro, esta experiencia y otras con vampiros más viejos que yo han servido para darme cuenta de que no puedes creer nunca a un vampiro, pero esto no es lo que os quiero contar, lo que quiero contaros es como llegue a ser lo que soy.

La verdad es que fue muy difícil convencerle, le mostré como era mi vida, cualquiera habría sido muy feliz con ella, tenía un marido que me adoraba, aunque tuviera cuarenta años más que yo, que había hecho fortuna viajando a países lejanos en busca de especias y seda. Tenía una casa que era preciosa, enorme, con cientos de hectáreas llenas de bosque y pasto, tenía una exquisita educación, algo que, en esa época, no era muy habitual ¡ups! Siento ser tan arrogante y presumida. Pero esos lujos no me hacían feliz, habría dado todo eso por una sola cosa, el único hombre al que amaba. Ahora puedo ser fría, calculadora e insensible al dolor o a los sentimientos humanos, pero supongo que mil años de soledad tiene sus consecuencias, ¿no? La cuestión es que yo estaba locamente enamorada del hijo de uno de los socios de mi marido, pero nuestro amor era imposible. Nos vimos un par de veces a escondidas, pero era muy difícil y más cuando, obedeciendo órdenes de mi marido, el cual creo que sospechaba algo, fue a otra ciudad a vivir, fue en esos momentos cuando mi vida dejó de tener sentido alguno y cuando apareció él. No necesito deciros que mi situación era muy crítica, varios intentos de suicidio, cada cual más violenta y difícil de sobrevivir, pero siempre estaba él, de una forma u otra siempre me salvaba, por lo que mi admiración inicial se convirtió en desprecio, ni me dejaba morir ni me quería convertir. No había manera de convencerle, no quería seguir viviendo así…Y entonces ocurrió, hubo un tremendo accidente, alguien puso una bomba en el carruaje que me tenía que llevar a un hospital, para intentar salvar mi vida, por última vez.

En el accidente, o atentado terrorista, todos murieron, todos los que querían vivir, murieron, y yo, que ansiaba la muerte más que nada en el mundo, sobreviví. Lo único que recuerdo de esa noche es a mi marido llorando en silencio pensando que iba a morir, pensando que lo difícil que sería para ambos estar separados porque esa noche, la última en la que intenté suicidarme, en la que yo sentía que iba a morir por fin, sabía que no volvería a mi casa, mi marido quería demostrar que estaba loca y quería encerrarme en un manicomio el insensible de él…Además de eso, recuerdo la explosión y, después, nada. No recuerdo nada más hasta que logré despertarme en su cama, en la de él. Era de noche todavía y estaba sentado a mi lado, en silencio, muy serio traspasándome con su fría mirada, sólo me dijo que pagaría por todo lo que había hecho durante la eternidad, pues pensó que yo había puesto la bomba en mi propio carruaje para, al fin, poder morir. Yo le miré, no entendía nada, no sabía que había pasado y, cuando me lo contó, no pude evitar ponerme a llorar, yo no había tenido nada que ver con el accidente, yo no quería que nadie muriera, y ahora, todos estaban muertos, todos menos yo, y todo por él, ¿Porqué había tenido que salvarme en ese momento? ¿Por qué tras más de un año pidiendo ser como él, me transformaba cuando ya no me quedaba nada? El primer año que pasé con él, fue un año de silencio, yo iba con él cuando tenía hambre y, sin decir una palabra, me enseñaba, era una situación difícil que acabó justo en el día que hacía un año que me había transformado. Mi cuerpo ya se había acostumbrado a la sangre, ya no sentía asco cuando notaba el sabor a hierro, y no sentía repugnancia cuando tomaba el último sorbo de vida. Ya no añoraba la luz del sol, bueno, sí, la añoraba, todos la añoramos, pero unos más que otros….

El día que por fin me habló, rompiendo el silencio autoimpuesto, me demostró que no era tan insensible como yo pensaba, me dijo que a partir de ese momento pasaría mucho tiempo en soledad, sin hablar con nadie, huyendo de las personas, curándome yo sola de mis propias heridas…Así es como he vivido, hasta hoy, ya no aguanto más, quizás más de mil años sean demasiados.