On Parole

Bienvenidos al mundo de una cuerda loca :)

jueves, 20 de diciembre de 2012

Sigues estando


Balzac murió. Murió una fría noche de invierno entre grandes tormentos. Murió como había vivido los últimos años de su vida, solo, sin amigos ni familia, sin amor.
La vida de Balzac fue larga y dura, difícil. Pobre como una rata desde el día en el que nació, sólo conoció la felicidad y el amor durante unos pocos años. Décimo hijo de una familia de campesinos, su madre murió al nacer él y, por este motivo, ni su padre ni sus hermanos tuvieron nunca palabras bonitas para él. Nadie pensaba que pudiera pasar el primer invierno, pero Balzac era un luchador y lo logró.
Poco a poco fue creciendo, aunque nunca pasó del metro sesenta. Era un chico delgaducho, pero avispado que en cuanto dio sus primeros pasos no paró de corretear de un lado a otro, pero sin estorbar. Cuando comenzó a hablar tampoco paró, pero siempre usó sus palabras con sabiduría. Trabajaba en la casa durante todo el día para que su padre y sus hermanos estuvieran cómodos. No tenía hermanas y los demás le consideraban demasiado escuchimirrizado como para hacer los trabajos duros del campo; todos sabían que tras su delgadez se escondía una gran fuerza y determinación.
Cuando contaba con apenas quince años, decidió irse. Aquella no era vida para él, quería ver el mundo que había más allá de su aldea y por eso se fue una noche cálida de verano. No le dijo nada a nadie, y nadie le vio irse y para cuando su padre se despertó él ya estaba lejos.
Pasó todo el verano trabajando aquí y allí, ahorrando dinero para el invierno, el cual le pilló en una pequeña ciudad del sur en la que sólo llovía, pero en la que el tiempo era templado. Allí alquiló una pequeña habitación sucia y maloliente y comenzó a trabajar en la panadería que había abajo. Era un trabajo duro y no muy bien pagado, pero gracias a su constancia y tesón fue ahorrando para una habitación mejor.
El invierno llegaba a su fin y la mente de Balzac volaba lejos de esa ciudad cuando conoció a Martha, la hija del panadero. Era un año más pequeña que Balzac y era hermosa como ella sola, sus ojos negros hacían que todo el mundo se quedase embobado. Era alegre y traviesa y Balzac se enamoró de ella al instante. Ella fue el motivo de que decidiera quedarse en primavera en la ciudad, esperando poder cortejarla antes o después…Pero entonces hubo una mala época, una época de crisis en la que la panadería tuvo que cerrar, dejando a Balzac sin trabajo y lo que es peor, sin Martha.
Con sus ahorros y sus pocos bártulos Balzac fue tras su amada, vagando de un lado a otro haciéndose con una pequeña fortuna hasta que llegó a una pequeña aldea, dispuesto a asentarse. Habían pasado cuatro años desde que comenzó su búsqueda y había perdido todas las esperanzas. Y cuál fue su sorpresa al ver que allí, en esa pequeña aldea, estaba Martha, mucho más hermosa que la última vez.
Allí en ese pueblo habían vuelto a abrir la panadería, que daba lo justo para comer y pagar sus impuestos. Entonces Balzac se instaló allí, compró unas tierras y, poco a poco, fue sacando su vida adelante. A la edad de veinte años el sueño de Balzac se cumplió y se casó con Martha, coincidiendo con unas buenas cosechas que incrementaron sus ahorros. Pero su felicidad duró poco. A los tres años de casados una terrible epidemia de peste acabó con Martha…y con la mitad del pueblo. Este acontecimiento terminó con la vida de Balzac. Vendió su casa y sus tierras y volvió a ser un vagabundo sin amigos y sin hogar. Se volvió loco, pues pensaba que Martha seguía allí, a su lado…
MK!

domingo, 9 de diciembre de 2012

Tabaco.


Todavía puedo olerlo…esa mezcla entre tabaco, sudo y desodorante…ese aroma tan sutil, tan embriagador. Sólo fue un instante, después él se perdió entre la multitud, pero creo que yo nunca olvidaré ese aroma. Puede que miles de personas huelan así, pero a mí los demás no me importan, ojalá supiera su nombre al menos, ojalá supiera algo más que su olor.

   Cada vez que tomo una bocanada de aire fresco le huelo…Huelo su piel. Cada vez que cierro los ojos le imagino, en mi mente se pinta un cuerpo, un rostro, un alma. Le veo  ahí de pie, fumando apoyado en la pared con una pícara sonrisa en sus labios juguetones. Veo sus ojos, marrones y alegres, su nariz perfecta y sus dientes blancos alineados en su boca cual soldados de marfil. Su pelo, suave y negro ensortijado cayendo sobre su ovalada cara…Le busco un nombre y sólo Adonis sale de mis labios, un Adonis de verdad, de carne y hueso perdido en este mundo.

   Por la noche, en la cama, sueño con volver a verle, con hablar con él, saber su nombre real. Sueño con besarle y fundirme con él. Sueño con exóticos lugares que visitar de su mano, de arenas blancas y aguas cristalinas por las que pasear; puestas de sol en las que besarnos, valles en los que perdernos…
   Pero sólo tengo un aroma…

MK!

martes, 20 de noviembre de 2012

Los secretos del desierto.


Hace mucho tiempo, cuando todavía no había estallado ninguna guerra, en una pirámide que ahora ya no existe, ocurrieron los hechos que voy a narrar, intentaré ser fiel a la traducción de los viejos papiros encontrados en un zoco:
“Hoy me he escapado de mis aposentos en la noche, Rashid y yo hemos descubierto algo y queríamos verlo con nuestros ojos. Esta mañana, mientras huíamos del gordo Ramses, hemos descubierto un pasadizo que llevaba  a la cripta prohibida del dios Ra, la cripta de la que todo el mundo habla y a la que solo unos pocos acceden; las leyendas que se cuentan sobre ella son escalofriantes.
Sigilosamente nos deslizamos por el pasadizo y nos encontramos tras unas gruesas cortinas, pocos minutos después comenzaron a entrar hombres encapuchados, cuatro de ellos portaban una especie de camilla que colocaron sobre una mesa de barro que había en el centro de la sala.
Los hombres encapuchados se colocaron en círculo alrededor de la mesa y se dieron las manos. Inmediatamente empezaron a unas letanías en un idioma extraño del que Rashid y yo sólo entendíamos Ra. De pronto, los cánticos pararon, en la sala había entrado dos hombres, uno de ellos era alto, fornido y con una túnica negra, no blanca, tras él entró otro hombre, mucho más bajo que llevaba en brazos a una muchacha muy hermosa y no mucho mayor que nosotros, vestida con una túnica de lino blanco y los ojos vendados.
Muy solemnemente acercaron a la muchacha al centro de la sala, el hombre de la túnica negra sacó una daga no sé muy bien de donde, y después, habló. Sus palabras y lo que ocurrió tras ellas no lo olvidaré jamás:
-Hermanos, hoy es el día, vamos a resucitar a un muerto…esta muchacha es  de sangre noble y pura, como mandan las escrituras, y la momia es nuestro dios, que exige un sacrificio humano.
La muchacha no sé movía, o estaba drogada o estaba asumiendo su destino.
Dos de los encapuchados destaparon lo que había encima de la mesa, una momia putrefacta, llevaron a la chica ante ella y le quitaron la venda, al verla hizo amago de vomitar. La inclinaron sobre la mesa y le clavaron la daga por la espalda. Pequeñas gotas de sangre comenzaron a caer sobre la momia y, antes de que muriera, la sacaron el corazón. El sacerdote alzó el órgano y, en completo silencio, lo colocó en la momia.
Continuaron recitando letanías y, de pronto, la momia se levantó…”
MK!

martes, 6 de noviembre de 2012

Pena de muerte


Mi nombre es Jennifer y estoy a punto de entrar en la sala en la que se va a llevar a cabo un juicio contra mí por algo que yo no he hecho. He contratado a los mejores abogados, a  los mejores investigadores privados, y nada. No han logrado encontrar nada que me exculpe…¡Qué desilusión! De ese juicio no voy a salir, me van a condenar a muerto, y eso que se supone que estamos en la tierra de las oportunidades, ¡já! No sé por qué vine a Estados Unidos, lo odio desde siempre, pero claro, quería triunfar, y sólo la televisión norteamericana nos podía ayudar a ser grandes estrellas del rock, pero ya veis, ahora estoy en una celda, vestida con un horripilante pijama naranja…y lo que es peor, no sólo me he desilusionado a mí misma, sino a mi familia, a mi banda, a mis amigos, a mis fans…y aquí me tenéis ahora, escribiendo la última hoja del libro de mi vida, incapaz de hacer una canción aunque, si lo pienso, es mejor. Una canción escrita ahora sería horrible, aunque me viniera la inspiración…
Estas últimas palabras son una breve biografía, una breve historia de mi vida…debería remontarme a los primero años de mi vida de los que recuerdo un vagón lleno de humo, con las maletas a todas partes siempre y, cuando el tren paraba, bajar al aire libre, ¡qué ilusión me hacía bajar y verlo todo verde, azul, blanco o amarillo! Todo dependía del lugar en el que me bajase…aunque en mi opinión el lugar más hermoso será el infierno al que me van a condenar. ¿Por qué el infierno? Porque el infierno es una canción mal escrita, un artista que murió, un instrumento olvidado…ya vienen a por mí, no puedo acabar de escribir la historia de mi vida, a lo mejor, en el futuro, alguien lo hará, a lo mejor, en el futuro, alguien escribirá mi canción.

MK!

martes, 23 de octubre de 2012

La ciudad secreta :)


    Christian, Josef y Walker eran tres jovencitos de no más de diez años que vivían en un pequeño pueblo de Norteamérica. En verano jugaban en los grandes bosques y campos que le rodeaban y, en invierno, cuando el frío se colaba en sus huesos, solían ponerse sus trajes para la nieve y seguían jugando; no se agarraban nunca un constipado.

    Un día caluroso de verano descubrieron algo que guardarían en sus mentes hasta el día de sus muertes. Estaban jugando en un descampado cercano a sus casas y al que iban todos los días pedaleando tan rápido como sus cortas piernas se lo permitían. Y allí se reunían en “La casa”. “La casa” consistía en cuatro tablas y cuatro cartones que debían reconstruir, como poco, una vez por semana, pero a ellos no les importaba, eran niños y con cualquier cosa se lo pasaban bien.

    Ese día, cuando acabaron de reconstruir “La casa” por octava vez en lo que llevaban de verano, decidieron jugar al escondite. Le tocaba contar a Walter, el cual lo hacía muy despacio. Cuando acabó fue corriendo a buscar a sus amigos. A Josef le encontró muy rápidamente, pero no a Christian, el cual al cabo de un rato salió corriendo en busca de sus amigos, pero entonces pisó una vieja lona y…¡pluf! Se hundió. Los otros dos salieron corriendo en su ayuda y vieron que había caído en un pozo muy profundo del cual no veían el fondo. Los niños empezaron a gritar y, de pronto, oyeron la risa de Christian. Era una risa como la que oían cuando alguno se llenaba la cara de algodón de azúcar o cuando contaban un chiste que sólo ellos entendían. Entonces Christian les dijo que bajaran, que aquello era muy divertido. Josef y Walker tenían sus dudas, pero Christian parecía estar pasándoselo muy bien, así que, primero Josef y luego Walker, se tiraron por el agujero. Cayeron por una especie de tobogán que les hizo gritar al principio y luego reír, cuando llegaron al final, Christian les estaba esperando. Pasaron toda la tarde jugando en ese lugar, un lugar maravilloso, lleno de camas elásticas, castillos hinchables y bicis nuevas, pero entonces llegó el momento de irse a casa, ¿cómo hacerlo? Walker comenzó a llorar diciendo que él quería irse a casa, que no quería quedarse en ese lugar de por vida, por muy fantástico que fuera y entonces, como por arte de magia, apareció una puerta que les llevó directamente a sus casa…

    Al día siguiente volvieron al descampado y buscaron el agujero, alguien había vuelto a poner la lona en su sitio, pero ellos la quitaron. Y así todos los días hasta que,poco a poco, comenzaron a crear su ciudad en la que había un parque de atracciones, un salón de juego y heladerías. Pasaban allí las frías tardes de invierno y los calurosos días de verano, comiendo helado mientras veían la última película que habían estrenado en el cine de la ciudad. Pero un día todo acabó. Ya había crecido, Josef acababa de cumplir los dieciséis y, cuando fueron al salar y levantaron la lona, no había nada. Donde antes estaba el agujero ahora ya no había más que un montón de tierra. Pasaron días y días cavando, pero el tobogán había desaparecido.

   ¿Será que ya no eran niños y aquel paraíso ya no era para ellos? Nunca lo sabrán, pero ellos darían todo por volver a su ciudad secreta aunque solo fuera un día más.
MK!

martes, 16 de octubre de 2012

La serpiente



   Todo era negro, no había nada de luz a mí alrededor. Todo era silencio, nada se movía. Sentía la angustia en mi corazón, el frío me tenía acurrucada en el suelo (¿?) y la oscuridad hacia que no supiera donde estaba.
Algo se movió, produjo un susurro tan leve que, de no haber estado esperándolo, me hubiera parecido que eran imaginaciones mías, pero no, no lo había imaginado, era real, estaba allí, ahora lo podía oír, lo podía notar rozando mi piel desnuda…

  Poco a poco la luz se hizo, poco a poco vi lo que había a mi alrededor y lo que producía el susurro….era una serpiente, una gran serpiente de color blanco, una serpiente que me miraba sedienta de sangre…

MK!

domingo, 7 de octubre de 2012

Y sabes


  Y sabes que saltaría al abismo si en el fondo tu voz me espera; y sabes que no dudaría, y sabes que te diría una y mil veces que te quiero, que no puedo vivir sin ti, sin tu voz, sin tus besos, sin tus abrazos….

  Pero a veces, cuando el silencio lo invade todo no puedo evitar pensar que eres irreal, sólo u producto de mi imaginación, que sólo eres un sueño y que cuando abra los ojos todo lo que veré será la cruda realidad en la que nada sale bien.

  Y cuando abro los ojos me doy cuenta de que la realidad estás ahí, pero tú estás conmigo, descubro que, junto a ti, todo es más fácil, que el resto del mundo me es indiferente, que el resto del mundo me da igual, porque junto a ti sólo somos tú y yo…

  Tú eres mi refugio en este mundo de locos, tú eres mi refugio en este mundo loco…


MK!

lunes, 24 de septiembre de 2012

Monsieur Periné.




   El señor Periné es un hombre elegante, francés de origen y trotamundos aficionado. Monsieur Periné ha visitado casi todo el mundo y, a pesar de sus casi ochenta años, lo sigue haciendo. En su juventud viajó a los lugares más peligrosos del mundo y, ahora que es anciano, visita los museos.
   El señor Periné nunca se ha casado, podría haberlo hecho, y más de cien veces con más de cien mujeres diferentes, pero, según él, el amor no es para un trotamundos y prefiere amarlas a todas por igual.
   El señor Periné no tiene familia, hace tiempo tuvo un hermano, pero murió hace tiempo. Podéis pensar que se siente solo, pero es que tiene muchos amigos que nunca le dejan solo.
   El señor Periné no tiene miedo a la muerte, ya la ha evitado en miles de ocasiones, pero es realista y sabe que un día no podrá hacerlo, pero eso no le importa, aunque espera que cuando deba verla por última vez, sea de forma digna.
   El señor Periné, ¡Vaya elemento es! Si vas a su casa, nunca rechaces un Té.
MK!

viernes, 14 de septiembre de 2012

Era el hombre que no espera.

Era el hombre que no espera, el hombre de cera.

Era el hombre silencioso, el hombre sin sombra.

Era el hombre mortal, con una mirada bastaba.

Era el hombre que no espera, el hombre de tela.

Era el hombre que no calla, el hombre de juerga.

Era el hombre vividor, el hombre que nunca para.

Era todos estos hombres a la vez.

Era el hombre que no espera, el hombre de cera,

Era el hombre que en silencio, en sombras, te mata.

Era también el hombre de tela, que no calla.

Era el hombre que siempre está de juerga, nunca para.

Era tantas cosas a la vez que ni él mismo sabe quién es.


MK!

jueves, 30 de agosto de 2012

La última cena.


Sobre la mesa, ahora cubierta de polvo, todavía se mantenían los viejos útiles escolares, deberes inacabados, pinturas mordidas y ya sin color…Todos los recuerdos acudieron de golpe sin poder reprimir una lágrima. Se sentó en la que una vez fue su silla, seguía siendo igual de incómoda, pero la había extrañado. Era su vieja habitación. Cerró los ojos y recordó todo lo ocurrido.

Recordó la noche de tormenta en la que acabó todo. Su madre había hecho pizza de cena y la habían tomado en el salón, sentados en los sofás de cuero alrededor de la chimenea. Habían cenado pizza en el salón porque su padre no estaba; a él no le gustaba la pizza, y no le gustaba cenar en el salón. Era un hombre muy estricto.

A causa de la tormenta, sus hermanos pequeños tenían miedo, pero por fin lograron hacerles dormir. Entonces alguien, en silencio, abrió la puerta usando la llave, por lo que la alarma no sonó, pero ella lo había oído y, por un instinto primario, supo que algo malo iba a pasar y, por ese motivo, llamó a la policía. No podía ser su padre, estaba en la otra punta del mundo, y nadie más tenía la llave, aparte, claro está de su madre y ella.

Oyó como alguien subía las escaleras, se arrebujó más entre las sábanas, como si ellas pudieran protegerla y esperó, llorando, a que la policía llegara. Cuando la policía llegó no se podía creer lo que había pasado en lo que ella esperaba, acurrucada, bajo las mantas. Su padre…les había asesinado a todos, a todos menos a ella, suicidándose después.

Ahora, de nuevo en su casa, los recuerdos se agolpaban.

MK!

lunes, 20 de agosto de 2012

Por mi.


Por mí el mundo puede acabarse hoy, puede haber una gran catástrofe. Puede explotar el mundo, caerse todas las hojas de los árboles, desaparecer los animales y caerse hasta la más alta montaña.

Por mí podemos volver a la edad de piedra, incluso más atrás. Por mí podemos luchar contra el viento y contra la marea porque por mí, voy a luchar. Voy a luchar por el azul del cielo, del mar, por el verde de los campos, de los ríos…

Voy a luchar por mi vida, por mi mente, por mis ideas y por mi mundo. Voy a luchar por ti, por mi, por vosotros, por nosotros, por los dos. Voy a luchar por todo lo que hemos sido, por todo lo vivido, por lo que seremos, y por lo que viviremos,.

Por todo esto, voy a luchar.

MK!

lunes, 30 de julio de 2012

Ojos de Gato.

Vivía en un pequeño barrio marginal de la gran ciudad de Nueva York, acudí allí con esperanza de lograr el sueño americano pero no existe, al menos, no para mí.

Me llamaban Verónica y provenía de la África Negra, con apenas seis años y finalizada la Segunda Guerra Mundial, mi familia y yo nos mudamos, lejos quedan esos días. Cuando tenía 15 años mi padre murió, unos atracadores entraron en su tienda y le dieron dos tiros, murió en el instante. Fue ese el momento en el que decidí que no quería acabar como mi padre y que no quería más muertes en mi barrio, por lo que me esforcé mucho en lograr ser policía.

Llegué a los treinta con un elevado número de detenciones, ladrones comunes, asesinos, traficantes…es normal que muchas personas desearan mi muerte, aunque no fue una bala la que acabó con mi vida, fue la magia. En 10 años había hecho muchos progresos, salí de mi pequeño barrio para instalarme en una casa en un buen lugar con mi esposo Dan y mis dos hijos, Russel y Tommy. En el cuerpo de policía también había ido ascendiendo poco a poco.

Me habían llamado los jefes, querían que me ocupara de algo grande, de algo tan grande que, saliera bien o saliera mal, mi nombre sería conocido. Mi esposo me dijo que no aceptara, que era demasiado peligroso, ojalá hubiera escuchado sus palabras.

Tenía que infiltrarme en una secta de viejos magos hindúes que se dedicaban a estafar, o eso creíamos. Logré integrarme en la secta y rápidamente comencé a ascender. Desde que ingresé comenzaron a llamarme Ojos de Gato, ya que mi misión era observar y aprender y, en ocasiones, cuando era de noche, solo se veían mis ojos.

Poco a poco las enseñanzas me empezaron a absorber, dejé mi vida y ahora soy un brujo, Ojos de Gato. Escribo mis memorias ahora que voy a morir, llevo más de 40 años aquí y he hecho muchas cosas, no todas buenas, salvo el cuidar a mi esposo y a mis hijos…

MK!

lunes, 23 de julio de 2012

Sentir.

Sentir que no puedes más, que vas a reventar, que el veneno de tu lengua, la cual te muerdes constantemente, te va matando poco a poco.

Desear ser libre, volar, no estar atado a las normas de una sociedad injusta. Quieres salir de este vórtice de odio en el que vagas sin rumbo fijo.

Salir, como puedas, de esta mierda que te ahoga. La mierda que tú has elegido. Hundirte cada vez más y más en el barro. Que tu muerte este próxima y no pase ante ti la película de tu vida.

Mandar todo a paseo y quedarte encerrado en tu alma. No abrir los ojos, vivir en la ignorancia, pero vivir. Ser tú mismo. Ser tú en estado puro.

MK!

viernes, 13 de julio de 2012

Pasión

PASION
Jacobo, nunca le olvidaré.
Le conocí un bonito día de otoño en el que la temperatura era ideal; el sol brillaba en lo alto del cielo, haciendo que pasear fuera la sensación más agradable del mundo.
Fui a comprar cuatro cosillas al supermercado pero, como siempre, acabé liándome y comprando más de la cuenta, y yo sin mi carro. Entonces apareció él y, muy amablemente, me ayudó con la compra, agradecida le invité a subir a mi casa y, lo que iba a ser un café, acabó convirtiéndose en una copa tras otra, acabando en la cama por primera, y no última vez.
De vez en cuando, cuando menos le esperaba y cuando más le necesitaba, aparecía Jacobo con algo para mí. Al principio me gustaba, es más, me divertía, pero poco a poco sus juegos se volvieron más crueles y comencé a sentir miedo. Intenté cambiarme de casa, pero él me encontró, no me atrevía a llamar a la policía.
Un día, al cabo de más de un año viéndonos, vino a mi casa, tomamos algo y fuimos a la cama, me ató y comenzó la tortura.
Además de atarme de pies y manos, me vendó los ojos y me amordazó. Debí empezar a sospechar en esos momentos.
Me quitó lentamente la ropa y puso Mozart, después todo es muy confuso. Noté que me golpeaba varias veces, pero no sentía nada, en algún momento debí de perder el sentido, lo siguiente que recuerdo es un dolor muy intenso, como si me estuvieran cortando la piel a tiras. Cuando intenté moverme me quitó la venda de los ojos…
Mi cama estaba llena de sangre, su cuerpo también…la sangre era mía, ¿cómo seguía viva con toda la sangre que estaba perdiendo? No lo sé…al igual que no sé cómo continúo con vida.
Volví a despertar en el hospital varios días después de lo acontecido en mi casa pero…mejor no haberlo hecho.
Me había amputado varios dedos, tanto de los pies como de las manos, me había cortado el pelo y mi estaba llena de cortes y moratones por todo el cuerpo, lo pasado en mi casa me empezó a atormentar día y noche.
Los intentos de suicidio fallidos han sido varios, y mi mente ya no es la misma, por eso escribo esto desde una celda de un psiquiátrico…
MK!

miércoles, 4 de julio de 2012

El Dios.

Hace mucho, mucho tiempo, cuando era joven, era una ávida lectora, leía todo lo que caía en mis manos pero, sin ninguna duda, lo que más me fascinaban eran los relatos góticos, sobre todo los de Loveraft. Me fascinaba toda su literatura, toda su mitología, Chtulu me enamoró desde la primera vez que leí sobre él y, en ocasiones, soñaba encontrarme con alguno de sus seres.

La experiencia que tuve y que he mantenido en secreto más de cincuenta años, se asemeja mucho a una historia de Lovecraft. Nunca nadie la ha oído antes porque sé que no me creerían, que me tomarían por loca.

Cuando ocurrió yo tenía unos trece o catorce años y vivía en un pequeño pueblo que vivía de la agricultura. Tenía unos campos impresionantes y recuero que, en la noche, los muchachos del pueblo jugábamos a escondernos y, cuando estábamos ya agotados, íbamos a algún huerto y robábamos un par de manzana o peras cada uno.

Fue en una de nuestras escapadas nocturnas en las que ocurrieron los hechos que ahora voy a narrar. Era mayo, o quizá junio, la verdad es que ya no me acuerdo muy bien, solo recuerdo que hacía muy buen tiempo. Estábamos jugando al escondite y yo vi una luz a lo lejos y, sigilosamente, y sin decir nada a nadie, me acerqué a ella. Ahora, cincuenta años después, sigo sin saber por qué no dije nada a nadie.

Me acerqué a la luz, que no estaba tan cerca como yo pensaba, si no que era muy brillante; llegué sofocada y lo que vi, me fascinó a la vez que me asustó. La luz, que era blanca, no la emitía una hoguera ni nada parecido, la luz emanaba directamente de un misterioso ser que tenía forma humana pero que parecía un fantasma. Sus pies no rozaban el suelo y sus brazos estaban levantados hacia el cielo estrellado. El ser emitía unos sonidos extraños, entonces algo me impulsó a saltar en medio del círculo de luz que proyectaba el ser, apagándose la luz y callándose los ruidos, entonces me di cuenta de que estaba perdida en medio de un campo de trigo. Al recordarlo ahora me hace gracia, es, sin duda, una de las cosas más patéticas que me han ocurrido en la vida, pero en esos momentos no pude si no asustarme. No oía nada y no veía nada, por lo que grité pidiendo auxilio, nadie acudía. Desorientada y asustada como estaba, intenté retroceder, pero entonces la luz volvió a aparecer y el misterioso ser, con una piedra en su mano, me golpeó, quedando inconsciente.

Desperté no sé cuánto tiempo después, estaba tumbada en una camilla y semidesnuda, con un montón de tubos por mi cuerpo. Intenté moverme pero no podía, estaba atada. El ser apareció y me habló. Me dijo que no era de este planeta, que él era un dios y que estaba investigando como vivíamos los humanos. Yo supliqué que me dejara ir, pero él me dijo que, hasta que no acabara conmigo, no podía hacerlo.

Pregunté que era lo que me estaba haciendo, pero no me contestó, me dijo que ya lo averiguaría. A día de hoy sigo sin saber que pasó exactamente aquella noche aunque, más o menos, puedo intuirlo; a menudo tengo la sensación de ser observada día y noche y a veces oigo un pitido dentro de mi cabeza, además de tener una extraña cicatriz…

MK!

miércoles, 27 de junio de 2012

Si miro a las nubes.

Si miro a las nubes, hacia el inmenso cuelo azul, puedo hacer tantas cosas….puedo viajar a tantos lugares, que me da miedo; miedo de perderme entre mi mundo de fantasía y no volver a encontrar la realidad aunque, ¿qué es la realidad?

La realidad puede ser uno de estos mundos ocultos tras las nubes, puede ser un beso dado bajo la lluvia o el sudor que recorre tu espalda tras un duro ejercicio.

Mirando a las nubes, tirada en la hierba, un refresco, gafas de sol y auriculares, intento desentrañar los misterios de esas bolas de algodón de azúcar porque, digan los que digan, las nubes son bolas de algodón de azúcar, dulces, inalcanzables como los sueños, como la realidad.

La realidad, las nubes, los sueños, cosas inalcanzables, pero que están ahí, que vemos, que sentimos.

Cuando tengáis tiempo, cinco minuto nada más, mirad a las nubes, ¿qué os dicen?

MK!

jueves, 14 de junio de 2012

La casa de los fantasmas.

Hace tiempo que vivo en esta casa, situada en un pueblo tranquilo, todo lo que yo necesito para mi delicada salud. Es una casa de una sola planta, sin sótano ni nada, tiene una gran cocida de madera, un gran salón decorado con muy buen gusto (por desgracia, no el mío), un pequeño baño y dos habitaciones pero, como vivo sola y no suelo recibir muchas visitas, una de ellas la he transformado en despacho. Cuando la compré pensé que había sido una ganga, me había salido muy barata, pero claro, yo no sabía lo que en ella había acontecido.

La casa era del siglo pasado y había pertenecido a una familia no muy rica, pero tampoco pobre, que se dedicaba a transportar ganado. La historia de la familia es muy macabra, pero no sólo la suya, si no la de todas las personas que habían habitado.

La casa está en medio del bosque, ignorando las historias de asesinatos que pueblan el lugar, según los pueblerinos, eran seres fantásticos y crueles los que los llevaban a cabo, según la policía, eran ataques de animales. El caso es que el lugar en el que la casa estaba situada había sido un antiguo cementerio de una tribu indígena que nadie sabía por qué había desaparecido.

Desde el principio el negocio de la familia iba bien, además de ayudar mucho al pueblo, ya que algunos de los clientes de la familia se quedaban durante varios días en el pueblo, y como no había sitio en la casa, se quedaban en la posada del pueblo.

Llegó un invierno muy frío que hacía casi imposible las comunicaciones con el resto del pueblo, pero aun así, Bededict, que así se llamaba el hombre, continuaba con su trabajo. Era el día de Navidad, la misa del Gallo, a la que ni Benedict ni su familia faltaban, pero ese día no acudieron, cosa que extrañó a todos, por lo que al acabar la misa fueron a su casa. Deby, una sirvienta de la casa, llamó a la puerta, pero nadie contestó, tampoco hizo falta usar la llave escondida en una maceta para abrirla, pues estaba abierta. Con mucho cuidado, Deby y algunos hombres entraron, lo que vieron les encogió a todos. El fuego estaba encendido y la mesa estaba puesta, pero la familia…

Según los informes policiales los cuatro miembros de la familia estaban muertos, aunque la causa no estaba muy clara, nadie fue capaz de decir cuál era la causa de la muerte. Estaban tirados en el suelo del salón con caras de horror, pero no había signos de golpes, ni de violencia…

Los habitantes del pueblo los enterraron y pusieron la casa en venta, pero nadie del pueblo quería vivir allí y los visitantes que a ella acudían notaban algo raro, pero cincuenta años después de la muerte de Benedict y su familia una pobre familia de agricultores buscaba una casa pequeña y barata, ellos compraron la casa y la reformaron.

Cuando llevaban algo menos de un mes comenzaron a oír ruidos, eran unos llantos lastimeros y unos golpes como los que hacen las cadenas cuando son golpeadas contra la pared. Ellos estaban muy asustados, pero no tenían dinero para irse de allí. Los vecinos no sabían cómo ayudarles, pero les convenía que la familia viviera allí. Aunque pagaban muy poco alquiler, era mejor que estuviera ocupada a que estuviera vacía y los niños acudieran allí a jugar. Pero un día la familia murió, murió de la misma forma que Benedict y su familia…Tras eso, otras cuatro familias, que llevaron a cabo las reformas de la casa hasta su estado actual. De esas cuatro familias, dos de ellas fueron asesinadas brutalmente, las otras dos, al enterarse de lo ocurrido, abandonaron la casa.

¿Por qué me he decidido a contar esto? Pues porque estoy empezando a oír ruidos, las cosas cambian de sitio y a veces me parece que no estoy sola…pero no me voy a ir de esta casa, es mía, mi casa. Espero ser más fuerte que ellos y espero no morir ni volverme loca, aunque para mis vecinos ya lo estoy…

MK!

jueves, 7 de junio de 2012

Cuadros, parte final

IV

Todo acabó como empezó, de golpe y sin previo aviso. Sara era como la brisa del verano, aparecía y se iba sin dejar a los demás ni un recuerdo.

Una noche alguien colocó una carta en el buzón de Juanillo diciendo que lo suyo no podía continuar, que había sido una locura, que ella era una mujer felizmente casada y no podía arriesgarse a perderlo todo por un romance con un pintor. A Juanillo lo que le molestó no fue la forma tan cobarde que tuvo de dejarle, ni sus palabras para hacerlo, si no que le llamase simple pintor, él, que se había esforzado por salir adelante solo, no como ella, que un buen día alguien la rescató de la nada en la que vivía y la elevó a las más altas esferas.

Lo que Juanillo no sabía era que, a partir de ese momento, su vida iba a cambiar, y a mejor. Se sumió en una gran depresión en la que creyó perder todo, pero en verdad ganó, y ganó mucho.

Artísticamente sus obras mejoraron tanto que ya no tenía tiempo para casi nada, teniendo que dejar las clases de dibujo que daba en un colegio y buscar un local más grande donde poder trabajar, ya que en casa no tenía espacio suficiente.

Con tanto trabajo dejó de pensar en Sara, aunque en ocasiones ella aparecía en las noticias y una punzada de dolor le atenazaba al corazón, pero cada vez era menos intensa hasta desaparecer, y una de las causas de que Sara no doliera era una muchacha de grandes ojos negros y pelo como la miel, una muchacha humilde que en ocasiones posaba para él. Ángela era el ángel que le había sacado de las tinieblas.

Ángela fue la mujer de Juanillo durante muchos años hasta que la vejez se la llevó, `pero él no sufrió, todos los años que pasaron juntos fueron los más felices de su vida…

martes, 5 de junio de 2012

Cuadros [Parte III]

III

Esos ojos…todavía les faltaba algo, quizá ese verde no pegaba con esa cara angelical, por lo que cogió el pincel y cambió el verde esmeralda por el azul cielo, ahora sí que quera una mirada intensa, real; ahora era la mirada que quería pintar. Cuando su obra estuvo terminada llamó a sus padres, que sonrieron ante el gran talento de su hijo.

-Juanillo, eres un genio, ¡qué rápido han desbancado tus cuadros a los míos! Todavía recuerdo la primera vez que cogiste mis pinceles…

Habían pasado dieciséis años desde aquel día en el que Sara había reaparecido con el niño en brazos. La casa había cambiado mucho, al igual que sus vidas. Juan dejó su trabajo en la construcción cuando le ofrecieron uno de restaurador y Sara volvió a cuidar de la vecina del segundo, que ya era muy mayor. Donde antes había una vieja radio, ahora había una televisión barata y Juan ya no pintaba en casa, si no en la tienda de pinturas del viejo moro, que murió cuando Juanillo tenía dos años y que les había dejado en herencia el local y el secreto de sus pinturas, pero ahora Juanillo había tomado el relevo a su padre.

Sara y Juan dieron todo lo que pudieron a su hijo, salvo un hermano pequeño con el que poder disfrutar, en cambio Juanillo tuvo un buen amigo, Pedro, que se mudó al bloque de al lado. A menudo discutían, pero esas discusiones se terminaban al cabo de cinco minutos y cuando Juanillo dibujaba los ojos de Ella.

Ella era una chica si nombre, sin voz, sólo era unos ojos azules como el mar, como el cielo…sabían que vivía en una pequeña cabaña a las afueras de la ciudad junto a su madre, que era ciega. Aunque Ella era mucho mayor que ellos, desde que la vieron por primera vez volviendo del colegio, se enamoraron y, por eso, todos los días la esperaban sentados en el mismo lugar, en unas viejas escaleras, imaginando mil formas de entablar conversación con ella.

Ella no era guapa, era poca cosa, una chica bajita y menudita, demasiado delgada para la ropa que usaba y su pelo rizado estaba sucio y enmarañado, sólo sus ojos habían enamorado a los chiquillos, sus grandes ojos azules.

Ninguno de los dos entendían porque vivía en los barrios marginales si, ellos pensaban, podría vivir con cualquier ricachón en una gran casa por eso Juanillo decidió que él sería una artista famoso, la enamoraría y vivirían juntos en una gran casa. Ante estas ocurrencias Pedro se reía y decía que, por mucho que lo intentase nunca sería un artista famoso y, mucho menos, lograría enamorarla.

Un día que Pedro no fue al colegio Juanillo cogió uno de los cuadros en los que ella aparecía y espero a que las campanas marcaran las cinco y media para verla pasar. Tembloroso Juanillo se acercó a Ella e intentó hablarla, pero fue imposible, no tenía valor para hacerlo y, con los ojos llenos de lágrimas rompió el cuadro y se fue corriendo a casa. Al llegar a casa vio a la madre de Pedro, que le dijo que porque no subía a su casa, que Pedro estaba deseando verle, pero Juanillo puso excusas, diciendo que él tampoco se encontraba bien y que iba a subir a casa a dormir un poco.

Juanillo entró en su casa y, por suerte, no había nadie, por lo que fue a su cuarto, cogió todos sus cuadros y sus pinturas y ñas bajó al contenedor que había a la puerta de su casa. Al entrar de nuevo vio a Pedro en la puerta.

-¿Qué te pasa tío? He visto como tirabas tu sueño a la basura. He, mírame.- Juanillo intentaba huir de su amigo evitando su mirada ya que no quería terminar contándole lo que le había pasado, ya que si algo caracterizaba a Pedro era su capacidad de lograr que Juanillo le contara todos sus problemas, aunque para eso necesitaran estar horas mirándose y sin hablar esperando que uno de los dos se cansara de esperar la respuesta o el otro decidiera darla.

-Vale tío, no me lo cuentes, yo me voy a mi casa que aquí hace frío y debería dormir un poco más pero, cuando te decidas a contármelo, no vengas.

Pedro ya se estaba dando la vuelta cuando Juanillo le llamó y le invitó a pasar a su casa, hizo dos chocolates calientes y le contó todo lo que había pasado.

-Pedro, es que no me entiendes, no es porque me haya acobardado al verla, estoy seguro de que a ti te hubiera pasado lo mismo, es por lo que he visto al verla de cerca, me he sentido como si mi cuadro y yo no fuéramos nada. Me he dado cuenta de que soy incapaz de dibujarla tal y como es, hermosa; soy incapaz de captar la luz de sus ojos. No merezco ser un artista si no soy capaz de captar la belleza de mi musa…

Pedro miraba a Juan como si fuera su psicólogo.

-¡Ay mi buen amigo! Creo que ya sé lo que te pasa, y he de decirte que me diagnóstico no es bueno…Estas enamorado de tu dama, tanto que ni aunque la dibujase Goya pensarías que es un buen retrato, y para curarte solo hay una solución, aunque claro, puede ser peor el remedio que la enfermedad.

Ambos se quedaron largo rato hablando sobre el remedio y, al final, llegaron a la conclusión de que era mejor arriesgarse por lo que quedaron para el día siguiente. Pedro regresó a su casa mientras Juanillo recuperaba del contenedor sus materiales esperando a que llegase el día siguiente.

Amaneció nublado, como casi todos los días, y con amenazas de lluvia, pero eso no impidió que Juanillo pintara un paisaje primaveral, algo en su interior le decía que todo iba a salir bien…

A las cinco bajó a buscar a Pedro, que estaba leyendo un comic mientras bebía cerveza aun sabiendo que su madre le reñiría después. Miró el cuadro de su amigo durante largo rato y le dio el visto bueno. Cinco minutos después estaban sentados en las escaleras esperándola. Pero nunca apareció…

Al final decidieron ir a su casa, Juanillo necesitaba saber dónde estaba, pero allí tampoco había nadie. Cuando desistieron regresaron a casa, caminando muy despacio, decepcionados y cansados además de empapados, ¿dónde estaba? Ambos se dejaron caer en el sofá de casa de Pedro intentando encontrar respuesta a todas sus preguntas.

Juanillo regresó a su casa, y se pasó llorando todo un mes, hasta que se conciencio que Ella ya no iba a volver a pasar por la calle bajo las escaleras.

Pasaron los años y Juanillo la olvidó, todavía guardaba algunos de sus cuadros, pero ya apenas recordaba su cara, solo en sueños, en algunas ocasiones, veía unos ojos azules que le resultaban familiares pero, al despertar no recordaba nada…

Juanillo se convirtió en un gran artista que realizaba exposiciones de vez en cuando, y en una de ellas la volvió a ver. Al principio no la reconoció, ¡había cambiado tanto! Pero los ojos…eran los ojos de sus sueños, los ojos de algunos de sus cuadros. Estaba ahí, contemplando un horrible paisaje primaveral que llevaba años intentando vender. Ella lo contemplaba con emoción y entonces él recordó porque odiaba tanto ese cuadro, era el cuadro que una vez, hace mucho tiempo, había intentado regalar a una chica…Cuando quiso acercarse a ella, ya había desaparecido, pero tiempo después volvió a verla, en otra exposición, y entonces sacó el valor para hablarla.

-Hola…-Fue solo un murmullo entre el ruido de la exposición, pero fue suficiente para sacarla una sonrisa y un papel con un número de teléfono, después volvió a desaparecer hasta que Juanillo tuvo el valor de llamarla.

Su voz era suave y melodiosa.

-¿Si?

Al oír su voz Juanillo quedó paralizado, tras años soñando con sus ojos y olvidándolos al despertar, la tenía al otro lado del teléfono y él sin saber que decir.

-¿Hay alguien?

-Si…esto…bueno…soy el pintor que el otro día le vendió un cuadro, un paisaje primaveral.

-¡Ah! ¡Usted, si!

Y ahí estaban los dos, no diciendo nada a la vez que decían todo.

-Me dio su teléfono y supuse que querría algo…

-SI, por supuesto, deseo hacerle un encargo.

Pasaron largo rato hablando sobre el encargo gasta que él le dio su dirección para que se pasara al día siguiente.

Ella llegó a la hora acordada llevando su larga melena en un cuidado moño. Juanillo la hizo pasar a su apartamento y le sirvió una taza de café, colgó su abrigo en una percha de la entrada y pudo deleitarse con el vestido negro palabra de honor que Ella llevaba.

-Buenas tardes.-dijo de forma natural.- Perdón por el retraso, pero es que me he perdido.

-No pasa nada, además, según mi reloj, ha sido usted muy puntual. Pase al estudio y hablemos sobre el cuadro.

Una vez en el estudio, una pequeña habitación con una mesa y un viejo ordenador, donde él se sintió mucho mejor. Entonces ella le tendió una foto suya treinta años más joven, justo de la edad que tenía cuando él se enamoró. Se quedó mirando al foto fijamente, sin ver que, a su lado, había un hombre de aspecto importante, sin escucharla, solo miraba la foto y pensaba que no podía ser Ella, que era demasiada casualidad.

-¿Me está escuchando?-Dijo de pronto con voz grave.

-Disculpe, es que me recuerda usted a alguien a quien conocí hace tiempo, ¿puede repetirlo?

Juanillo dejó la foto y escuchó, entonces se enteró de que el hombre de la foto era su benefactor, que la sacó de la pobreza y la convirtió en modelo, a pesar de que Juanillo la recordaba demasiado bajita para serlo, y por ese motivo quería regalarle un retrato de los dos. Estuvieron hablando sobre los detalles técnicos del cuadro y al final tuvo que preguntarla el nombre.

-Sara, Sara Cruz.

-Mi madre se llamaba así, me parece un nombre precioso.

Tras tanto años siendo Ella ahora tenía nombre, Sara. Cuando se fue llamó a Pedro, su amigo de la infancia y que ahora se había mudado por motivos de negocios. Le contó lo que había pasado, que por fin tenía nombre y que era el hombre más feliz del mundo, pero esa felicidad le duró poco...

Quizá fue que la buena suerte nunca estuvo de su lado, o quizá que él no estaba destinado al amor porque, a los dos días de que Sara estuviera en su estudio, salió en las noticias, se casaba con un importante economista norteamericano. La boda se celebraría dos días después de que ella tuviera que ir a recoger el cuadro, por lo que probablemente no la vería hasta ese momento.

Empezó por su rostro, rostro que estuvo largo rato contemplando pensando que no captaba toda su luz y que probablemente no le gustaría, pero cuando fue a recogerlo, le llenó de halagos, diciendo que la había idealizado bastante, le pagó una suma generosa de dinero y se fue, quedando solo él y sus cuadros.

lunes, 4 de junio de 2012

Cuadros [Parte II]

21 de Agosto, algún lugar.

Mi querido Juan:

Eres el hombre al que he amado como a ninguno y al que abandoné…Ahora que ha pasado un año creo que te debo una explicación de porqué me fui. Si te soy sincera, no sé muy bien porque, quizá por lo incomprendida que me sentía en ocasiones a tu lado, quizá por lo ocurrido tras la muerte de tu madre…Pasaron tantas cosas en tan poco tiempo que no pude aguantar más y decidí que lo mejor era irme, pro antes te dejé algo que debería haberte puesto sobre la pista de mi nuevo hogar pero, tras tanto tiempo esperando, supongo que no entendiste.

Recurro a ti como última opción, porque no tengo más lugar al que ir que nuestra casa, a la que renuncié cuando me fui. Gran paradoja que mi casa sea el último lugar al que recurro ahora que estoy sola…bueno, sola no, tengo a alguien a quien espero que acojas también en tu casa, aunque solo sea temporalmente.

Que sepas que el cartero ha subido a darte la carta en mano porque estoy en el portal, esperando una respuesta.

Siempre tuya:

SARA.

Juan no cabía en si de gozo pero, ¿con quien estaba Sara? Lo mejor sería bar y comprobarlo. Sara estaba de espaldas, como siempre. Juan intentó pronunciar su nombre pero no le salió la voz, por lo que se acercó silenciosamente hasta rozarla el hombro, ella se sobresaltó y se dio la vuelta. Ambos se quedaron largo rato mirándose, Juan miraba a Sara de arriba abajo y se detenía en el bulto de sus brazos, Sara miraba a Juan deteniéndose en sus ojos. De pronto, un rayo de sol travieso hizo que el bulto se moviese y Sara dejará de mirar a Juan para centrarse en él, en hacer que dejara de llorar.

-Es… ¿mi hijo?-se atrevió a preguntar Juan al fin.

Sara asintió con los ojos llorosos y Juan cogió al niño, no tenía el año, por lo que cuando Sara se fue se acababa de enterar que estaba embarazada, y lo miró con toda la ternura con la que se puede mirar a alguien.

Al acercarse más a Sara pudo ver que estaba mucho más delgada que cuando se fue, cosa rara pues, sin ser obesa, siempre había tenido buenas curvas, la luz de sus ojos también había desaparecido.

-¿Cómo se llama?

-No tiene nombre todavía,-dijo Sara avergonzada.- no uno elegido por los dos.

-¿Y el registre? Algún nombre tuviste que darle.

-Juan, como tú, aunque sé que no te gusta.

Juan se echó a reír, era cierto que nunca hubiera puesto a su hijo su nombre, pero el mal ya estaba hecho.

Sobre su risa empezaron a oírse los quejidos de Juan, al que desde ese momento Sara y Juan llamaron Juanillo. Subieron a casa.

Estaba muy desordenada pies, tras un año solo, Juan había ocupado casi todas las estancias para guardar los cuadros, habiendo llevado la cama de su madre al salón, donde pasaba todo el día pintando. En dos minutos Sara hizo de la casa un lugar más habitable.

Tras comer, Juanillo se quedó dormido y, con mucho cuidado para que no se cayera, le llevaron a la cama , de donde no se movió hasta que el sol desapareció.

Juan y Sara, tras volver a acostar a Juanillo, se pasaron casi toda la noche hablando de lo que pasaría a partir de ese momento. En ocasiones Juan hablaba y Sara escuchaba, o viceversa, o no hablaban ninguno de los dos y simplemente se miraban, o Sara lloraba y Juan le abrazaba. Esa noche se echaron en cara muchas cosas, se perdonaron muchas otras y propusieron cambiar.

Cuando amaneció, lo único que habían sacado en claro era que iban a volver a intentarlo, por Juanillo, por lo que un día fueron.

MK!


[Continuará]

sábado, 2 de junio de 2012

Cuadros [Parte I]

I

Juan masticaba la vida poco a poco y la digería lentamente. No se preocupaba por nada ni por nadie, a la vez que se interesaba por todo y por todos.

Vivía su vida tranquilamente en su pequeño piso en la buhardilla de un edificio gris y maloliente en una fría jungla de asfalto y gente. Él prefería vivir en una pequeña cabaña de madera en la montaña, pero no ganaba tanto como para permitírselo.

Juan soñaba con las nubes, el mar, la montaña…no con el dinero y la fama. Siempre decía que un poco de dinero más no le vendría mal, pero tampoco buscaba bañarse en él, sólo quería lo necesario para vestirse y comer él, su mujer Sara y su anciana madre y, si le sobraba, para pinturas, porque Juan era pintor aficionado en sus ratos libres, cuando cogía su caballete, sus pinturas y se iba a algún lugar donde se respirase vida, donde solo hubiera paz y tranquilidad, verde, azul, amarillo y marrón, bosquecillos perdidos, cataratas ocultas, tumbas olvidadas…

Sus pinturas eran fotos de lugares inmortales, lugares que no cambiaban con el paso del tiempo, lugares que, al pasar las estaciones, sólo estaban más o menos verdes, con más o menos agua…No eran grandes obras maestras, nunca sería un pintor de renombre, y eso le entristecía mucho, sólo lograba vender alguno de sus cuadros en el rastro los domingos…

Sara no era del todo feliz, y eso entristecía a Juan, que le daba todo lo que tenía, sin ser suficiente. Cuando Sara conoció a Juan este era un muchacho apuesto de 17 años que se iba a comer el mundo, pero sólo sus planes de futuro hicieron que se enamorara, sino sus brillantes ojos verdes, su suave pelo negro y su gran corazón. Porque aunque fuera un artista sin grandes miras, siempre ayudaba a los que comenzaban. Más de una vez Sara había pensado en abandonarle, pero no tenía el valor suficiente, además, él parecía tener un sexto sentido para oler cuando Sara estaba peor y hacer algo para intentar animarla. A veces la pintaba mientras dormía, otras mientras cocinaba, otras mientras se peinaba…otras veces pintaba su casa por la noche, cuando un tímido rayo de luna iluminaba el viejo sofá, ocasionalmente pintaba un lugar simbólico para ellos y esos cuadros hacían que las cosas malas se tornaran en buenas.

Juan sabía que a sus cuadros les faltaban luz, que su pincelada no era suave y que a los paisajes les faltaba profundidad, pero también sabía que había algo que les hacía especiales, que les daba vida…a lo mejor eran los colores, pinturas compradas a un viejo moro que vivía en una casa de ladrillo cerca de la suya. Era un hombre tan viejo que Juan no imaginaba la calle sin la casa del moro, abarrotada siempre de pinturas condenadas a secarse entre estanterías llenas de polvo.

La vida de Juan y Sara cambió cuando la madre de Juan murió. Era una agradable anciana que siempre había apoyado a su hijo, Ana, como se llamaba, murió como vivió, en silencio y por la noche. Cuando Sara fue a su habitación a ver porque Ana no se había levantado, descubrió que la buena mujer ya no estaba entre los vivos.

Para Juan la muerte de su madre fue un golpe muy duro ya que antes de la llegada de Sara ella había sido su único apoyo. Durante más de un año Juan estuvo deprimido, no pintaba nada y se pasaba el día trabajando o paseando en soledad, hasta el morillo se preocupó por él.

Una noche Juan llegó a casa borracho perdido, pero al llegar a casa la borrachera se le pasó por completo, la cama estaba vacía y, sobre ella, un biberón. Se pasó toda la noche pensando en el significado de ese biberón y, a la mañana siguiente, comenzó a buscar a Sara, sin encontrarla.

Como guiado por un instinto perdido volvió a comprar pinturas y volvió a pintar, pero Sara no regresó a casa y nunca tuvo explicaciones de porque se fue.

Día a día Juan estaba más deprimido, lo que antes era una casa pequeña, ahora se le quedaba grande, donde antes había que hacer malabares para pasar, ahora entraban cuatro personas…Al vivir él solo sus ahorros había crecido, ya podía comprar el coche, pero algo se lo impedía, él quería comprar el coche, lo necesitaba, pero estaba seguro de que si gastaba ese dinero en un coche, lo necesitaría, por lo que nunca se le compró.

Un buen día estaba pintando el parque de enfrente de su casa cuando alguien llamó a la puerta. Con los pinceles en las manos llenas de pintura fue a abrir, era el cartero y había subido su carta en vez de dejarla en el buzón, no lo hacía muy a menudo por lo que, tras darle algo de propina y lavarse un poco, la abrió. No tenía remite pero la letra era, indudablemente, la de Sara. Ya había pasado un año desde que se fuera y todavía le recordaba.

Tardó un buen rato en atreverse a desdoblarla del todo y, cuando por fin se atrevió, se quedó un rato mirándola, absorbiendo su olor, para luego leerla:


(Continuará)

domingo, 20 de mayo de 2012

Lágrimas

http://www.youtube.com/watch?v=aClvXhFyMIE

Lágrimas que resbalan sin ningún motivo por la sucia cara.

Lágrimas que borran las huellas de la guerra.

Lágrimas frías que hielan un frágil rostro doloroso.

Lágrimas dolientes, lágrimas oscuras, lágrimas sin sentido, lágrimas duras.

Lágrimas sin sentido que todos lloramos, lágrimas que duelen.

Lágrimas que resbalan en gesto rebelde.

MK!

domingo, 13 de mayo de 2012

Locura




Los ojos se me cierran, pero no quiero dormir. Sé que si lo hago puedo no volver a abrirlos. Las pesadillas comenzaron hace unos meses, tras visitar una tienda de antigüedades. Siempre veo lo mismo, estoy yo sola en la tienda, no hay nadie a pesar de que es de día, la calle está desierta. Llueve. Finas gotas de agua resbalan por los abarrotados cristales del escaparate y yo no me muevo, sólo miro al frente, a una estantería en la que no hay nada. Entonces me doy la vuelta y veo a un hombre. No sé de dónde ha salido, no le he oído llegar.
Es un anciano que parece adorable, su cara arrugada está enmarcada por una espesa barba blanca y sus ojos son tan azules como el mar, claros y alegres. Con voz cantarina me pegunta si deseo algo, pero yo no contesto, me encojo de hombros. Entonces volvía a darme la vuelta y seguía mirando la estantería hasta que todo se volvía negro, mis ojos estaban cerrados, no podía abrirles. Yo intentaba gritar, juro que lo intento, pero la voz no me sale, lo sé porque oigo perfectamente, oigo pasos sobre mí, oigo voces e intento pedir ayuda, pero no puedo.
De pronto la luz se vuelve a hacer, y así sucesivamente, el sueño se repite una y otra vez hasta que consigo despertarme. No se lo comenté a nadie, temía que me tomasen por loca. Un día opté por volver a la tienda, a lo mejor allí encuentro la solución. Vago por la ciudad pues no recuerdo dónde estaba. Bueno, mejor dicho, no está donde yo creía que estaba. ¿Estaban poniendo a prueba mi cordura?
Finalmente la encontré y juro que estaba donde minutos antes sólo había una casa en ruinas.
La tienda estaba sumida en penumbra ya que la única iluminación era la que venía de la calle.
-Estamos a punto de cerrar.
Dijo una voz que provenía de más allá del mostrador.
-No tardaré, lo prometo.
Mi voz sonaba como la de un niño pequeño. Comencé a investigar en busca de una estantería vacía, pero no había ninguna, todas estaban abarrotadas de trastos inservibles. Comencé a respirar tranquila cuando me di la vuelta y la vi. Vi la estantería que poblaba mis sueños. Lancé un grito y salí corriendo, cuando me di la vuelta ya no había tienda, sólo una casa en ruinas.
Y así llevo meses y meses, con miedo a dormir. Sólo lo hago cuando no puedo más y aún en esos momentos extremos sueño lo mismo una y otra vez. He probado todos los somníferos existentes y todas las terapias, pero nada surte efecto.
Estas líneas las escribo desde mi celda. Mi entorno no tardó en darse cuenta de que ya no dormía, de que poco a poco me estaba volviendo loca, pero yo sé que no es cierto, sé que esa tienda existe y que está en un pequeño callejón y que sólo se muestra ante algunas personas, juro que esa tienda quiere quedarse con el alma de las personas que entran, pero no se quedará con la mía…lo juro.

MK!

jueves, 3 de mayo de 2012

Entre bambalinas

Cada uno sube por un lado de las grandes escaleras, no quieren cruzarse, no quieren verse, sólo quieren olvidarse a pesar de que saben que es imposible, que el uno sin el otro no es nada. Ambos son dioses juntos pero, por separado, no son nada, actores de tercera o cuarta fila. Saben que si quieren que todo vaya bien tienen que fingir que todo va bien, al fin y al cabo son actores, se ganan la vida fingiendo, ¿no? Viven en una constante mentira así que, una más, no les hará daño. Llegan al dormitorio, una cama, una almohada, una manta...Uno dormirá en el sofá. Bueno, siempre será él. Ella se negará a irse de la cama y él se negará a compartir cama con ella, por lo que se acercará al armario, sacará una manta y dormirá tirado en el sofá. A la mañana siguiente tendrá que esperar a que ella se despierte para bajar a desayunar y, en la cocina, continuar la farsa...Y vivir así día tras día, hasta su misma muerte. Entonces se dio cuenta de que quizá ya era hora de irse, de dejarla sola y pasar a ser un mito... MK!

sábado, 21 de abril de 2012

La fuga.

Micaela estaba sentada en un banco del parque esperando a su hermano, esa misma mañana había recibido una llamada suya diciéndola que necesitaba su ayuda. Hacía casi dos años y medio que no se veían. Se fue de casa cuando apenas tenía dieciséis años, cuando su padre murió y su madre se volvió a casar, por eso le sorprendió tanto que le hubiera llamado, es más ¿cómo tenía su número? Cuando Alejandro, que así se llamaba el hermano, se fue de casa, ella tenía once años solo, y el móvil se le acababan de dar, pero no le importaba, ella solo quería ver a su hermano. Por fin apareció, estaba tal y como le recordaba, había crecido un poco más y su pelo era más largo, pero en su cara continuaba esa sonrisa que hacía que se le olvidaran todas las cosas malas que pasaban, y sus ojos azules transmitían la misma calidez y la misma luz que cuando se fue. Alejandro se acercó a ella poco a poco, cojeaba bastante. Por fin llegó al banco en el que estaba Micaela, que le dio un fuerte abrazo que él correspondió. -¿Dónde has estado? Tengo tantas cosas que contarte y tú tantas que decirme.¿Por qué te fuiste? No sabes cuanto te he...-Su hermano la indicó que callara, no quería estropear el momento con cosas del pasado, lo único que quería era estar con su hermana pequeña, a la que tanto había echado de menos. -Calla un poco y déjame verte, hace dos años y medio que no te veo y...madre lo que has crecido. Y que guapa estás.-Dijo abrazándola de nuevo.-Sentémonos y cuéntame. Micaela tomó aire y empezó a hablar, le contó como su madre y su nuevo marido habían tenido un hijo, como a ella ya no le hacían caso y solo le chillaban, de que había empezado a suspender en el colegio y todas sus penas. Cuando terminó lloraba fuertemente mientras su hermano la abrazaba. -Micaela, he venido a buscarte, no hagas preguntas, vente conmigo porque en esa casa no estás a salvo, no debería haberte dejado sola, lo sé, no debí haberme marchado, debí quedarme contigo y esperar juntos a que crecieras un poco, pero todavía no es demasiado tarde, ven conmigo a un sitio mejor y te lo explicaré todo, por favor, sé que nunca he sido un hermano responsable, pero he cambiado, vente conmigo. Micaela, un poco confusa, decidió aceptar, conocía a su hermano lo suficiente, a pesar del tiempo separados, como para saber que no le pediría algo así si no estuviera totalmente seguro de lo que hacía, además sentía que nadie la extrañaría, era como si ya no tuviese madre. Quedó con su hermano al día siguiente en el mismo parque, le dijo a su madre que iba a dormir a casa de una amiga, pero como era costumbre desde hace dos años y medio, no la escuchó. Cogió su bolsa de deporte, metió algo de ropa, sus ahorros y se fue a dormir, esperando que llegase la mañana siguiente para irse con su hermano, que la recogió en el parque y que la llevó a una casa en medio de una zona residencial. Micaela estaba sorprendida, ¿en serio su hermano vivía en ese lugar? Pero no le importaba. Dejó su bolsa y fueron al salón a hablar. -He estado investigando sobre el marido de mamá, le he espiado y he conocido a otras de sus mujeres. Es el líder de una secta religiosa, aunque más que religiosa es de adoradores del diablo. Ha tenido diez mujeres, todas viudas y con hijos mayores, y casi todas le han denunciado por lo mismo; primero hace que el hijo más mayor se vaya de casa, después tiene otro hijo con su mujer, y convence a esta de que ese hijo, el que han tenido juntos, es el hijo verdadero, al que deben de querer, y que los demás son un estorbo y que deben irse de casa, que desaparezcan, muchas han llegado a matar a sus propios hijos por su culpa. Y ahora necesito saber si te han golpeado alguna vez.-Micaela no contestaba, estaba asimilando toda la información que su hermano le había dado.-Mica, es muy importante... -No, nunca me han pegado, solo me chillaban los dos, pero nunca me han pegado. ¿Cómo te has enterado de todo esto? -Su cara me era familiar y estuve investigando en los periódicos desde hace años, todos o casi todos los años una mujer es encarcelada por matar a un hijo suyo, y todas alegan lo mismo, que él se lo ordenó, todas acaban en un manicomio porque él lo niega todo, nunca encuentran pruebas de lo que ocurrió en verdad...Y ahora que ya estás a salvo espero que deje a mamá en paz... Pero no, no dejó a su madre en paz, dos semanas después apareció una noticia en el periódico que decía que una mujer se había suicidado tras no encontrar a su hija desaparecida...era su madre, nunca se descubrió la verdad sobre ese hombre.

lunes, 9 de abril de 2012

La serpiente.

Todo era negro, no había nada de luz a mi alrededor; todo era silencio, nada se movía dentro de mi. Sentía la angustia en mi corazón, el frío me tenía acurrucada en el suelo (¿?) y la oscuridad hacia que no supiera donde estaba el suelo y el techo, las paredes, nada. Algo se movió, produjo un susurro, un susurro tan leve que, de no haber sido tan esperado, me hubiera parecido una imaginación. Pero no, no le había imaginado, era real, estaba allí, ahora lo podía oír mucho más claro, lo sentía rozándome la piel desnuda, era algo viscoso, escamoso, un reptil. Poco a poco la luz se hizo, poco a poco vi lo que había a mi alrededor y lo que había producido el susurro...era una serpiente, una gran serpiente de color blanco, una serpiente que me miró unos segundos con los ojos inyectados en sangre y que abrió su boca mostrándome sus venenosos dientes...después, nada. MK!

sábado, 31 de marzo de 2012

Sobre la muerte.

...Silencio...
...Oigo unos pasos...No, no eran hacia mí. Se alejan.
La guitarra está sola en un rincón pero, ¿la podré tocar? No, ya no puedo...
He hecho algo que muy pocas personas pueden hacer, aunque no sé si me puedo seguir considerando persona, creo que no, creo que ahora ya puedo decir que soy un ente, un fantasma, un alma perdida y, lo que he hecho, una persona no lo puede hacer, pero sí un ente: he acudido a mi propio funeral.
Todos lloraban, decían lo buen músico que había sido, pero nadie tocaba mis canciones. Decían lo buen padre que hubiera llegado a ser, pero nadie daba la mano a mi viuda la cual estaba embarazada, todos decían lo buen amigo que siempre seré, pero todos, antes o después, me olvidarán.
Ahora mismo estoy en un estudio de grabación, muchas personas, todos mis amigos músicos, hablaban de mi y lo que yo les había hecho ser: gente con éxito. Y también oí como decidían que en cada concierto yo estaría con ellos, sería parte de cada canción.
Fue entonces cuando, tras oír esto, decidí que no volaría, que me quedaría en la tierra, acunado por los árboles en la noche dirigiendo la orquesta celestial, pasaría las mañanas ayudando a mis amigos músicos, a los que deseaba abrazar y decir que no me había ido y que no lloraran mi muerte...
La muerte se presenta ante todos en algún momento de nuestra vida, antes o después, lo creamos o no. Y deberemos entregarnos a sus brazos, dejarnos llevar y volar libres hacia...¿algo mejor?

"De una cuerda loca que murió y resucitó...pero que siguió estando loca"

sábado, 10 de marzo de 2012

Sombras.

Estaba todo en silencio; los ojos se cerraban poco a poco, el sol ya había desaparecido y la luna emanaba una tenue luz que apenas servía para diferenciar el bosque que se abría ante su ventana. Una canción de cuna se articulaba en sus labios.
Cuando sus ojos se cerraron del todo y la canción se apagó, el silencio volvió a invadirlo todo y, como en un macabro baile, las nubes ocultaron la luna y las estrellas se apagaron...

En el bosque, entre los árboles, algo rompió el silencio. Se podía decir que una sombra iba sigilosa por el camino a la casa, pero no sería adecuado llamarlo sombra, ya que no la proyectaba. En su lento caminar llegó a la casa, a la ventana abierta, por la cual se coló. Ella dormía plácidamente, sus ojos, cerrados, estaban tranquilos, su respiración, lenta y su rostro, sereno. Los ojos se abrieron al sentir la presencia, la sombra la observaba, ella estaba paralizada, sin moverse...Cuando se atrevió a incorporarse la sombra tendió su mano hacia ella, la tomó y cada paso se convirtió en una tortura...Hasta que cayó y no se volvió a levantar, dejando que se alimentara de ella, de su esencia, de su vida, de su juventud...

MK!

sábado, 25 de febrero de 2012

El mundo se muere.

El mundo se muere poco a poco sin que queramos evitarlo. Digo queramos porque podemos y no lo hacemos; vivimos tan cómodamente que no se nos ha ocurrido pensar que el día de mañana todo puede desaparecer, que nuestras selvas serán desiertos y nuestros mares océanos; las playas se hundirán y nosotros desapareceremos.

Todo seguirá su curso.

Me gustaría saber que va a pasar en el futuro cuando desaparezcamos,¿Volverá a existir otra raza de como los seres humanos?¿Serán igual que somos nosotros ahora? ¿Seremos nosotros pero evolucionados? Pienso en el mundo futurista de los libros, en algunos los coches vuelan, en otros, la naturaleza ha seguido su curso y apenas quedan humanos que la destruyan.

Ojalá poco a poco todos entremos en razón y nos demos cuenta de que el paraíso del que se habla es el lugar que habitamos, que la tierra ha sido creada para nosotros, para que disfrutemos, no para que sea un valle de lágrimas, no para que la estropeemos, no para que creamos que hay un más allá mejor...

MK!

Espero que con esta pequeña reflexión entendamos que el lugar en el que vivimos debería ser maravilloso, pero que gracias al egoísmo de la gente, a su avaricia, estamos estropeando el regalo más hermoso que podrían hacernos.

viernes, 17 de febrero de 2012

La Bruja

Llovía mucho, el viejo camino de barro que llevaba a la vieja casa del bosque era intransitable, pero así, la ancianita que allí vivía volvía lentamente a su hogar...

En el pueblo nadie la quería, todos la culpaban de los males que últimamente estaban ocurriendo pero...¿quién es esta mujer? Una pobrecilla desgraciada de pelo blanco y huesos retorcidos que había llegado al pueblo un día de verano de hacia cuatro años y que se había dirigido al alcalde muy amablemente para pedirle permiso para poder ocupar la vieja choza del bosque. El alcalde le dio permiso, pero también le dijo que era un lugar bastante dejado que estaba casi en ruinas y que podía ofrecerle algo mejor, pero ella se negó a aceptarlo.

La mujer comenzó a ser considerada bruja cuando un día dos hombres que la ayudaban a arreglar la casucha dijeron que la vieron haciendo cosas bastante raras y que un olor extraño y que a los pocos días murieron...A partir de ahí, cualquier mal que ocurriera en el pueblo era su culpa, desde la desaparición de un gatito hasta la muerte de la persona más anciana y enferma del pueblo.

La amabilidad con que la habían tratado al principio se había esfumado para dar paso a una gran hostilidad, lo que entristecía a la pobre mujer. Ella no tenía la culpa de esas cosas, no las había provocado, solo había nacido con mala estrella.

Esa noche la anciana estaba especialmente triste pues había sido día de mercado y, en un intento de reconciliarse con el pueblo, se había dedicado a hacer cestillas de mimbre para luego venderlas, pero su aventura no había tenido mucho éxito. Había montado su puestecito en un pequeño callejón, aunque todo el mundo podía verle; nadie se acercó en toda la mañana más que un par de chiquillos para burlarse de ella, y ahora, de noche, helada, calada hasta los huesos, volvía arrastrando su hatillo de cestas de mimbre, llorando y llena de barro.

Llegó la vieja a su casa y, una vez más, hizo su equipaje con sus escasas pertenencias y una nota de disculpa y así, en medio de la noche, desapareció. En el pueblo no volvieron a verla, ni en ningún otro pues en el Gran Bosque se perdió...

Los lobos se dieron un festín con el alma estrellada de una buena mujer que nunca tuvo suerte en su vida...

MK!

jueves, 9 de febrero de 2012

Pesadillas.

Abro los ojos y, de pronto, estoy en un lugar extraño y tenebroso. La luz, que proviene de unos fluorescentes, parpadea, dando al lugar un aspecto mucho más tétrico de lo que ya lo es.
Parece un hospital abandonado, el polvo se acumula sobre las mesas, las camas están vacías, los cristales rotos, ¿cómo he llegado a este lugar? Debo escapar, no creo que sea muy difícil, así que comienzo a bajar las escaleras, aunque por ellas no hay luz y tengo miedo...Miedo que se incrementa cuando oigo voces tras de mí. Escucho más a fondo y descubro que no son voces, si no una voz, una risa maléfica. Antes de doblar un pasillo, ver a alguien y morirme de miedo, empiezo a correr pero...¡Me lo encuentro de frente! Es un ser terrorífico, no tengo palabras para describirlo, es fétido, babeante, deforme...el miedo me paraliza, no puedo correr y cada vez está más cerca, mueve su mano, me busca, escapó hacia atrás pero chocó con una fría pared, está cada vez más y más cerca, ya noto su aliento, tengo ganas de vomitar y, de pronto, abro los ojos. Estoy en mi cama. Todo ha sido una horrible pesadilla...o no.

MK!

viernes, 3 de febrero de 2012

Sigue a las Mariposas.

Margarite cumplía 18 años el día en el que la primavera entraba, el día en el que las mariposas volvían a los campos y en su pequeño pueblo se hacía una gran fiesta para celebrarlo.

Ese año se había comprado un vestido azul, como las alas de sus mariposas favoritas, una rara especie a punto de desaparecer. Estaba preciosa, de verdad parecía una gran mariposa con su vestido vaporoso y su negra melena al viento.

Llegó el momento de salir a la calle, de lucirse, aunque sabía que no iba a ser un buen día, cumplía 18, pasaba de ser una niña a ser una mujer, al día siguiente contraería matrimonio con un amigo de su padre, ella no quería, pero debía. Margarite deseaba volar como las mariposas, hacer algo más que la comida a un viejo gruñón que solo la quería para esclavizarla y tener hijos...

Margarite salió, todos la miraban, pero notaban que algo empañaba su mirada. La noche llegaba a su fin, Margarite debía volver a su casa, al día siguiente madrugaba bastante, pero antes quería ver a las mariposas. Conocía un pequeño lugar en el bosque, no más que un charco en el que todos los años las mariposas azules parecían reunirse. Cada año eran menos, pero Margarite iba a seguir yendo año tras año, allí soñaba que se convertía en una y se libra de todas sus preocupaciones...

Y años después, cuando Margarite era muy mayor, cuando sus ojos ya habían perdido todo su brillo y su melena el color, cuando las mariposas ya no iban a su charca, la encontraron muerto. Llevaba su vestido azul, había recuperado el aspecto de una muchacha de 18 años, pero tanto el brillo como de sus ojos y su corazón indicaban que estaba muerta. En su memoria siempre estaría el deseo de volar libre como una mariposa, justo como la última mariposa que vio antes de morir y con la que su alma partió...


MK!

jueves, 26 de enero de 2012

Reflexión de una loca.

Cada uno tiene su forma de ver el mundo, de sentirle. Cada uno es libre e independiente, capaz de decidir por si mismo lo que quiere hacer y lo que no.
Eso es en la teoría porque, en la práctica, la verdad, no somos más que copias unos de otros, no somos más que lo que quieren los demás, bueno no, somos como los demás. Aunque una mente brillante sobresalga, pocos son los que se contagian de ella.
Las idas no son nada nuevo, no son algo inexistente, están dentro de cada uno, hay que saber sacarlas y expresarlas bien, de forma tan simple que todo el mundo las entienda, aunque claro, todo depende de ellas y si somos copias unos de otros...

MK!

Sé que es algo corto, pero creo que es claro, que todos sabéis que es lo que quiero decir, que en este mundo cada vez la inteligencia vale menos, que las ideas propias no son útiles. Creo que cada vez estamos más supeditados al qué dirán, y creo que es algo que debe cambiar.

martes, 17 de enero de 2012

Nada.

Siento algo tras de mí, no sé que es pero estoy asustada. Las sombras a mi alrededor no ayudan a tranquilizarme, son tétricas, alargadas cual miles de brazos que se mueven al suave compás del frío viento que me hace estremecer. Tropiezo con la raíz de un viejo árbol y pierdo el equilibrio, caigo al duro suelo, veo mi respiración flotar y oigo a la bestia tras de mí. Intento levantarme pero mi tobillo ha hecho "crak" y ha quedado inservible; me arrastro por el barro mientras las lágrimas bañan mi cara, intento gritar para pedir ayuda, pero de mi interior sólo sale un aullido sordo.
Ahora comienza a llover, ya no oigo a la bestia, la veo. Es grande como un oso, aunque sin pelo, tiene una especie de coraza negra que solo me deja ver sus ojos rojos, inyectados en sangre, unos dientes afilados y babosos que buscan mi carne...Con una de sus garras de afiladas uñas me agarra desgarrándome la pierda y, a partir de ahí, nada...

MK!

lunes, 9 de enero de 2012

Querida Everly.

Everly, ¡Oh, Everly! Si ahora pudieras venir, reaparecer de donde estés y salvarme de la soledad...echo de menos tus caricias, tus besos, tu olor...Te echo de menos a ti. Disculpa si aún te digo que te quiero, pero el corazón me dicta estás palabras...
Cada noche cuando me voy a la cama, exhausto por el duro trabajo, pienso en ti, pienso que ojalá estuvieras en mi vida, curando esta amarga soledad.

Everly, tu pulcritud en todo me ponía de los nervios y lo sabes, pero ha pasado tanto tiempo que no me importaría volver a oírte gritar que todo lo hecho está mal. Suceden muchas cosas a lo largo de los días, de los años...Muerte y destrucción, pero, aun así, me niego a aceptar que tu desaparición de mi vida ha sido lo peor que ha pasado en el mundo..me privaste de tu sonrisa.

Quizá sea un poco egoísta al quererte solo para mi, pero piensa que me acostumbraste a tus brazos, a tu presencia, todo es culpa tuya. Vuelvo a pedirte disculpas, ahora por odiarte, pero mi corazón me dicta dos cosas tan contradictorias...
Cada noche veo tu cara vislumbrandome en la oscuridad, diciendome que sientes molestas pero que en la inmensidad del mundo tu alma se siente sola y me necesita...pero solo son sueños, nada más...Aunque querida Everly, no pierdo la fe en que un día ocurra de verdad. Tengo miedo, ¡madre mía! ¿qué ocurriría si un día, de pronto, me dieras un abrazo? Creo que, probablemente, lo abandonaría todo por seguirte...

Siempre tuyo, de todo corazón,

Jimy.