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Bienvenidos al mundo de una cuerda loca :)

martes, 12 de abril de 2016

Danza Macabra

DANZA MACABRA

Hace mucho, mucho tiempo, antes de que el mundo fuera el mundo actual, había un hermoso rincón escondido entre las montañas. Era un pequeño valle siempre verde, incluso cuando el frío golpeaba el resto del mundo. En el valle había un hermoso lago alimentado por una catarata de cristal tras la que había una gran cueva habitada por unos hombres primitivos, hombres en el sentido amplio  de la palabra. Sus caras eran grotescas, como moldeadas en barro por unas manos inexpertas, los ojos hundidos, grandes y oscuros, pelo largo, enmarañado y negro como la noche. Estos hombres no cubrían sus cuerpos con pieles, porque no sabía lo que era el frío, y se comunicaban mediante gruñidos y señas, pero su inteligencia estaba bien desarrollada, pues conocían el mal.
Estos hombres no daban las gracias por las cosas buenas que les rodeaban, pero sentían miedo y sabían que eso no les gustaba. A nadie le gusta sentir miedo pero, en la actualidad al menos, tenemos una palabra para ello.
Cuando estos seres sentían miedo pensaban en hacerlo desaparecer y, para ello, llevaban a cabo unos extraños ritos que teñían de carmesí las límpidas aguas del lago. Cuando el miedo hacia acto de presencia, sobre todo cuando había tormenta, estos hombres, que no tienen ningún otro sentimiento, elegían a una mujer joven (sabemos que era una mujer porque no tenía barba y sus atributos eran distintos) y, entre cuatro de los hombres más fuertes de la tribu, la reducían, aunque nunca llegaban a atarla porque su inteligencia les había permitido percatarse de que algunas plantas, tomadas de cierta manera o mezcladas entre sí, funcionaban para calmar a las personas.
Tras tomar la droga la mujer caía en un profundo sueño del que raramente conseguía despertar. La muchacha era colocada en una tabla de madera en lo alto de un árbol, bajo el cual encendían una hoguera. Los demás integrantes de la tribu tomaban otra extraña droga que los transportaba a otros lugares y les hacía experimentar otros sentimientos distintos al terror.
En medio de su éxtasis comenzaban a danzar mientras emitían unos gritos tan desgarradores que eran oídos por todos los seres vivos del valle. Bailaban alrededor del fuego, con las rojas llamas brillando en sus pupilas y el sudor corriendo por su cuerpo. Mientras esto sucedía, la muchacha continuaba –con suerte- dormida, ajena a todo.

Cuando ya no podían bailar más, apagaban el fuego y bajaban a la chica, a la que colocaban sobre las cenizas y así, bloqueados por el miedo y embotados por los efectos de las plantas, comenzaban a devorar a la víctima en una suerte de sacrificio que tenía como finalidad el acabar con el miedo.

MK!

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